Juan Martín Llovet es una pieza clave en su club Old Christians, en Los Teros XV y ahora en el seven, donde se prepara para el debut en la Mundial de Dubai
De a poco, Juan Martín Llovet se acostumbró a ser un jugador fundamental. En su club Old Christians, donde se ganó la titularidad de muy chico y desde hace dos años es el capitán. En la selección, en la que con poco más de 20 años entró definitivamente al grupo y hoy es bastión en la zona de backs. Y en el seven es pieza clave para el equipo que debuta el jueves ante Argentina por el Mundial. “El Golpe”, uno de los jugadores uruguayos con mejor presente y futuro, compartió sus sensaciones con Rugbynews a pocas horas del arranque.
“El equipo está cada vez mejor, y para eso fue fundamental tener el roce del Circuito Mundial. Sabíamos que estábamos bien en los torneos de Argentina, como Paraná, pero estos son otros físicos, otro nivel de juego. Era realmente el termómetro que necesitábamos para ver donde estamos parados”, dijo Llovet, que nunca había jugado una etapa del Circuito.
Con respecto a las enseñanzas que dejó San Diego, Llovet no duda: “la disputa de los rucks. La verdad que no estábamos acostumbrados a eso, íbamos a un ruck con dos personas, una sola protegiendo la pelota y fue horrible como nos la robaban. Quedó claro que necesitábamos cuatro, lo que te obliga a otro esfuerzo físico, porque hay uno menos en la punta para recibir la pelota. En el juego de contacto en general nos dimos cuenta que hacía falta otra agresividad. En el scrum estuvimos fuertes, pero en el line y las recepciones nos costó mucho por la diferencia de tamaño que tenemos con casi todos. Eso es muy difícil corregirlo, por eso hay que mejorar en otras cosas para disimularlo”.
Para dejar eso claro, el centro de Old Christians dejó algunas cifras sorprendentes. “Todo nos cuesta mucho, la estadística marcaba que para poder hacer un try la mayoría de los equipos necesitaba cinco pases, mientras que nosotros necesitamos 33. Para hacer un try nosotros tenemos que hacer todo bien. Seis o siete fases, pases perfectos, lanzados, porque si no nos cortamos pero no tenemos velocidad, entonces te alcanzan a los 10 metros. Lo que no pasa al revés, porque un erro nuestro significa un try en contra”.
A la hora de pensar en las metas para el Mundial, el jugador de Old Christians fue cauto. “El objetivo que nos plantemos, aunque suene a frase hecha, es mejorar en el juego. Es la manera que venga lo otro, por lo que te decía antes, que tenemos que hacer todo bien para ganar. Pero el seven es otra historia, se dan resultados raros, y por ahí podemos dar alguna sorpresa. Por eso buscamos mejorar, jugar viene n defensa y mantener buena posesión”.
Luego del Mundial, se vendrá la eliminatoria de XV. Por eso, la escuela de rugby del seven es fundamental para llegar en las mejores condiciones técnicas y físicas. “Para mí es impresionante como nos sirve para mejorar en el XV. Como back a veces no estás tan acostumbrado a defender, pero acá estás obligado todo el tiempo, y contra los mejores del mundo. De repente tenés que cubrir cinco metros para cada lado, y quienes te atacan son los más rápidos y habilidosos del mundo. Lo mismo defender la pelota con un solo apoyo, y una necesidad de un estado físico impresionante, para seguir corriendo cuando estás ahogado, Después, cuando volvés al XV es otra cosa, con tres o cuatro jugadores como apoyo, con un metro para defender a cada lado”.