Con una suprema clase de defensa, Buenos Aires cortó con el favoritismo que ostentaba Samoa y se llevó el Seven de Punta del Este
Samoa corría expreso, decíamos todos el domingo por la noche. Marcaba diferencias enormes, y encima, el resto no parecía estar a su nivel. Mucho menos Buenos Aires, que había ganado sin convencer ante Salta y Christians, y parecía lejos.
Tato parecía que dejó de estar en los planos de la mayoría. Fue lo mejor que le podía haber pasado. Fue creciendo partido a partido en la segunda jornada, y afianzando un juego que no regala brillo ni espectáculo, pero garantiza una defensa férrea, no dejarle tres centímetros al rival ni medio segundo para pensar . Un equipo que ataque tuvo pocas chances, pero las aprovechó para matar.
Empezó a prender las luces del tablero al sacarse de encima a Canadá, uno de los que mejor juego había mostrado hasta ese momento, con victoria 14-7, gracias a una inspiración de Camerlinckxx tras un scrum cerca del ingoal rival
Y llegó la semi con Argentina, y la ratificación definitiva de que este equipo estaba para cosas grandes. Nuevamente un partido en el que no había nada para reglar, y en el que no se dejaron ni un metro para largar la pelota con facilidad, ruck tras ruck, tackle tras tackle, casi un juego de forwards en pleno seven. Así y todo, el protagonismo fue de URBA, que impuso presión sobre la defensa de Argentina para nunca dejarla despegar en ofensiva. Claro, Buenos Aires tampoco había podido elaborar jugadas de más de tres fases, hasta que una pelota pescada en el ruck generó el hueco y el try que, en un partido tan parejo, era vital.
Luego los albicelestes salieron a buscar el empate y lo consiguieron trabajándolo mucho, pero en la última jugada del partido, URBA encuentra el espacio por la banda, y tras una gran corrida en diagonal apoya el try cuando Argentina defendía desacomodada. El try en la bandera significa la eliminación de uno de los favoritos, y el pasaje a la final de uno de los equipos que menos lucieron, pero que más efectivos fueron y más hicieron valer su juego físico.
Llegó la final, en que Buenos Aires pegó en la primera jugada tras una avivada de su capitán Gómez, que robó la pelota aérea, escapó por la banda y apoyó.
No le dio tiempo ni para respirar a Samoa, porque en la recarga volvió a presionar y a usar el pie para darle la responsabilidad a Samoa de arreglárselas para salir. Que, con una defensa como la que planteaba URBA, salir ya sería un gran mérito. Así llegó el tackle, la pelota recuperada y el try de 3´ Camerlinckx.
Samoa descontó con una genialidad de Pesamino, que tiró un sombrero, corrió en diagonal y ganó la posición al defensa de Buenos Aires que llegaba cerrando. Era el descuento, pero naccido de una genialidad, no de juego consistente.
Entonces llegó otra vez la presión asfixiante, el robo en el ruvk, y Vega que apoyó el17-7 con el que se fueron al descanso.
El complemento fue otro canto a la defensa de Buenos Aires, que defendió unos pasitos adelantado y sobre todo nunca le dejó la chance al rival de sacar su velocidad y potencia de fórmula 1, porque los tackles siempre eran a tiempo y entre dos, con suficiente desdoble para cuidar el ruck y también las puntas. Y cuando alguien escapaba, siempre llegaba un tackle salvador de algún águila, lo que nublaba a Samoa y lo hacía cometer numerosos penales.
Samoa descontó en el final, pero no le alcanzaría. Tampoco hubiese sido justo. Porque el título era para Buenos Aires, ese equipo que fue de menos a más, que no levantó grandes emociones ni cautivó al público, pero fue un ejemplo de disciplina, sacrificio y defensa, y así se llevó la Copa.