Los Teros debutan mañana en el Sudamericano con el objetivo de retener el segundo lugar continental; para eso hay un plantel joven y que debe encontrar en este torneo su punto de maduración
Con la expectativa de mantener la historia
Uruguay debuta mañana ante Paraguay en el Sudamericano de Mayores que se disputa en Misiones. ¿Y qué se puede esperar? Ante todo, la expectativa y las interrogantes son las dos palabras que pueden definir al momento celeste. Expectativa, porque como cada año revalidar el segundo puesto Sudamericano es una obligación histórica, y hay plantel como para lograr ese objetivo. Interrogante, porque como se vio en el Crossborder este seleccionado está a medio moldear y en etapa de recambio, y este torneo continental sería el momento en que el equipo celeste debe comenzar a mostrarse a punto, si bien el trabajo en las últimas semanas no ha podido ser intenso por las obligaciones del campeonato local.
Uruguay llega con un plantel que es un mix. Por un lado, varios pilares del proceso de eliminatoria, como Carlos Arboleya, Martín Espiga, Alejo Corral, Diego Magno, Mathías Braun, Juan Gaminara, Manuel Martínez, Matías Arocena, Juan de Freitas, Adrián Lewis, Leandro Leivas, Santiago Arocena o Gastón Mieres. Por otro, algunos jugadores que el año pasado no estuvieron, aunque fueron clave más atrás en el tiempo y se transforman en una baza de experiencia, como Carlos Barcos o Pablo Bueno (este último con experiencia fundamentalmente en Seven). También otros como Guillermo Lijstenstein, que hace la escalera natural desde la juvenil a la mayor, luego de haber participado en Los Teritos en los últimos dos años, o Francisco Jiménez, que fue parte del proceso de la juvenil en 2010 pero no llegó a ir al Mundial.
Además, la nómina también incluye a jugadores que hasta el año pasado no habían tenido su oportunidad en el seleccionado mayor, de los cuales algunos habían sido parte del seleccionado desarrollo. Allí aparecen nombres como Arturo Ávalo, Javier Ameglio Rodolfo De mula, Christopher Soares, Pedro Crosta, Diego Bascou, Matías Palomeque, Alberto Román o Ignacio Inchausti. Muchos de esos nombres tuvieron su bautismo celeste en el Crossborder, por lo que, si bien no suman tantos caps, cuentan con el plus de ya haber sumado unos cuantos minutos de vuelo con Los Teros, y ser los que mostraron mejor nivel entre los varios debutantes que se tuvo en ese torneo.
Para este Sudamericano, Uruguay no ha podido contar con varios jugadores que venían siendo parte del proceso el año pasado o anteriores. Ya en un segundo plano la crisis política de 2010, ahora el mayor problema es mucho más práctico: varios de los jugadores que han estado los últimos años en Los Teros le han dedicado mucho tiempo al seleccionado, por lo que en un año de transición, han apostado por sus obligaciones de trabajo o de estudio. A su vez, otros que podrían estar también se han ido o se irán de gira con sus clubes, por lo que las dos semanas que exige dedicarse 100% al Sudamericano pasó a ser un objetivo infranqueable.
El objetivo deportivo, como siempre, es ganarle a Paraguay, Brasil y a Chile, para mantener el segundo lugar del continente, y hacerle el partido más digno posible al profesional equipo de Argentina, que tendrá la base del plantel que está jugando la Vodacom Cup en Sudáfrica.
Además, según se mantiene en los corrillos dirigenciales, la meta también es mantener el segundo lugar sudamericano, para no poner en riesgo la ayuda económica de la IRB (un argumento similar se ha escuchado en los últimos Sudamericanos). De todos modos, sería injusto cargarle a estos jugadores esa responsabilidad. No será de un resultado deportivo que dependa eso, sino de cómo se haya trabajado en política de selección en los últimos años. Eso la IRB lo tiene claro, más claro que la mayoría de nosotros en el rugby uruguayo, y sabe cuáles han sido los aciertos y los errores de la política de selección, por lo que la decisión que tome irá más allá de cualquier resultado en Misiones.
En el acierto, por ejemplo, el entorno de trabajo que se le dio a la selección para la eliminatoria, incluidos entrenamientos en el Pladar de Buenos Aires y dos semanas de trabajos de alto nivel en Italia, previo a enfrentar a Rumania, además de los planes físicos, alimenticios y técnicos que se le dio al equipo. También la identidad de juego, el hecho de apostar a un rugby moderno, y de ir promoviendo varios valores jóvenes en el equipo. Y este año, el proceso de trabajo, con planes a largo plazo que de concretarse serían un gran avance.
En el debe, los conflictos políticos del año pasado, con las culpas compartidas de todo el rugby uruguayo, que le impidieron a Los Teros contar con todo su potencial durante las eliminatorias. Con respecto a este año, el no haber definido una política clara al inicio de año, cuando por un lado se dijo a la IRB que el objetivo era ganar el Crossborder, y por otro antes se le había dicho a los clubes que 2011 era un año de prioridad para ellos, y por eso, entre otras cosas, se coordinó para que pudieran tener a sus jugadores de selección en los encuentros amistosos de pretemporada ante rivales argentinos, con lo que los DT de Los Teros nunca tuvieron en cancha al 100% de los citados.
¿Se le puede ganar a Chile? Claro, sería lo lógico, como ha venido siendo la pauta en los últimos años, porque Uruguay sigue siendo el favorito. ¿Se puede perder? También, está dentro de las posibilidades que los trasandinos den la sorpresa. Pero serán resultados deportivos coyunturales, con la alegría o el dolor que puedan generar. Y se acabarán allí. Lo que sí no se puede hacer es cargarle al plantel y al cuerpo técnico una mochila que es política, no de juego.