El inglés fue citado a declarar acerca de un supuesto caso de actitud antideportiva, dentro del campo de juego, durante el partido de su selección ante Irlanda. ¿La razón? Haberle mordido el dedo a un jugador del equipo contrario
Usualmente cuando hablamos de rugby, sabemos que los jugadores que entran a la cancha viven con las pulsaciones a mil. El ambiente en las tribunas, el juego de choque y la continua exigencia física son solo algunos de los elementos que tienden a nublar la mente de los profesionales, y, en ocasiones provocan que cometan actos primitivos o violentos.
Sino, preguntémosle a Dylan Hartley, internacional inglés que, en las últimas horas, fue citado por el Comité Disciplinario del Seis Naciones. La idea es que este se defienda respecto a la acusación de un contrario, que lo acusa de haberle mordido un dedo durante la disputa del choque Inglaterra-Irlanda de la última jornada del torneo internacional.
El incidente en cuestión (que no deja de ser curioso ya que los ajustes de cuentas se suelen arreglar con algún golpe traicionero, o algo parecido, cuando el árbitro mira para otro lado) ocurrió en el minuto 23 de juego y no fue visto por el cuerpo arbitral, pero si fue relatado por la víctima: Stephen Ferris.
En el minuto 28 de partido, en una conversación grabada, el árbitro Nigel Owens informa claramente a los dos capitanes respecto a lo acontecido: "He recibido una acusación de mordedura, con una marca clara en el dedo. No he visto nada, pero es algo que podrá ser tratado después".
Con esto, Hartley se arriesga a ser castigado con una durísima sanción que oscilaría entre 12 a 24 semanas de suspensión, acorde a lo que plantea el reglamento de la International Rugby Board.
Mejor pensarlo mejor antes de morder a alguien tan solo por un enojo pasajero…