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El milagro Puma

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Cuando todo parecía perdido, un try de Lucas González Amorosino le dio una increíble victoria a Los Pumas por 13-12 ante Escocia
EIncreíble. Heroico. Como marcan los libros de la hazaña: remando de atrás, con todo en contra, y cuando parece perdido. Hasta con la lluvia dando un toque de más dramatismo. Argentina le ganó 13-12 a Escocia uno de esos partidos que se gana uno en diez, y dio un paso gigantesco para clasificar a los cuartos de final de La Copa del Mundo.
Era un partido imposible. Porque Los Pumas nunca pudieron encontrar un plan de juego, porque cometieron un error tras otro que los llevaron a defender y a apelar al tackle como única tabla de salvación. Porque el partido era malísimo, y dentro de esa chatura, Escocia hacia lo básico bien. Porque tras el 12-6 después del drop de Jackson, no había forma en que Argentina lo diera vuelta.
Sin embargo, apareció uno de los más pibes. Lucas González, el que supo ser el mejor del Seven de Punta del Este 2005, que apareció con una corrida sacada de otro partido, como si la hubiese grabado en DVD del algún encuentro del Tri Nations. Así, el fullback eludió a cuatro jugadores para apoyar un try y recibir el abrazo de Felipe Contempomi, el tipo que jugó con una costilla quebrada. En su abrazo estaban también estaban Fernández Lobbe y Roncero, que se habían ido lesionados en el primer tiempo, y Leguizamón, que se bancó en la cancha con una pierna menos.
Argentina ganó un partido imposible. Un partido bien a lo Puma.
Contra todo
El arranque fue escocés, que aunque movió la pelota de un lado a otro nunca le pudo entrar a Argentina. Por eso Los Pumas respondieron, y tuvieron la más clara de la primera parte cerca de los 20, avanzando por adentro y quedando a cinco metros del ingoal, aunque la jugada terminaría en un drop errado de Martínez Gurruchaga.
Precisamente, la falta de efectividad sería el gran karma de Argentina, que de todas maneras terminó poniéndose arriba con un penal de Felipe Contepomi.
A pesar de esa ventaja, los errores con pelota obligaron una y otra vez a Argentina a defender. La buena defensa y los tackles hicieron que el equipo bancara, pero finalmente una infracción en el scrum provocó que Patterson pusiera el empate, y en la última del primer tiempo, otra  hizo que Jackson pusiera el 6-3.
Como contra Inglaterra, otra vez las lesiones se ensañaron con Los Pumas. Juan Fernández Lobbe y Rodrigo Roncero, dos de los bastiones del equipo, debieron salir y fueron sustituidos por Fessia y Scelzo.
El segundo tiempo fue aún más duro para el equipo de Phelan, que ya nunca pudo  hacerse cargo del partido. Le tocó defender, y cada vez que tuvo una chance se agotó en intentos en corto, que terminaban en algún error individual para volver a defender, porque los backs tampoco aparecían y porque hasta el viento se daba vuelta para complicar.
A esa altura, lo mejor era la corta ventaja, que Escocia no podía ampliar. Por eso, la bendición que significó la lejana patada de Contepomi que empataba el partido. Sin embargo, en la recarga, Ruardyth Jackson volvía a lastimar con tremendo drop para poner el 12-6.
Se acababan las balas en la cartuchera, porque Argentina seguía sin tener ideas. Las banderas empezaban a arriarse, y era la fortaleza del scrum la que se caía con un penal para que Escocia fuera al rincón Puma y sumara un nuevo drop. 12-6 a falta de 15.
“El telón se baja lentamente” escribió Rugbynews en Twitter. Pero no. Porque hacía falta un nuevo capítulo del libro Puma, ese que tiene en el partido ante Irlanda en el 1999 uno de sus mejores capítulos, y en Los Pumas de Bronce la mejor personificación. Fue un Lucas González, corriendo casi en puntas de pie sobre la raya del touch. Imposible que no se fuera. Imposible que pudiese eludir a cuatro. ¡Imposible que estuviese tan cerca del ingoal! Sí, imposible todo. Tan imposible como la garra Puma, que daba vuelta el resultado con la conversión de Contepomi.
El cierre fue aún más mitológico. Porque Escocia lo fue a buscar y tuvo la última, pero el drop de Parks se fue quedando corto en el aire. Y el final fue con una defensa desesperada, y como lo marca la historia argentina, a puro tackle.
No son Los Pumas de bronce. Es más: es mucho menos equipo que aquel. Sin embargo, tiene un corazón tan grande que le permitió estar a la altura del de 2007, y llevarse una victoria que el rugby argentino recordará por mucho tiempo.

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