Carrasco Polo es otra vez campeón Uruguayo, tras ganarle la final a Trébol por 29-6
A veces se corre el riesgo que los adjetivos se acaben ¿Qué más queda por decir de un equipo que ganó 20 de los últimos 22 campeonato uruguayos? ¿Qué decir de un club que sale a buscar los partidos con la misma intensidad y ganas cuando levantó la primera copa?
La respuesta, quizás, está en que lo que queda por decir de Polo es todo. Porque el secreto de está en la forma en que se reinventa, lo que le ha permitido adquirir las formas más diferentes desde 1990, aunque casi siempre levantando la copa.
Esta vez Carrasco Polo consiguió el Campeonato Uruguayo 2011 tras ganarle a Trébol 29-6, y coronar un combo perfecto: Campeón del Apertura, del Clausura y del Súper 4: 19 partidos jugados, 16 ganados, uno empatado y dos perdidos, para quien con luz fue el mejor de la temporada.
Fiel a esa historia de 20 años, Polo consiguió el título porque supo reinventarse. Porque se adaptó a los tiempos, y cambió su esquema de juego; lo hizo moderno e integral, aunque ya el viejo traje le alcanzaba para ser el mejor. El cambió no fue gratis: le costó mucho trabajo durante el año, y en el Apertura tuvo que luchar hasta la última fecha para meterse en las semifinales. Pero hizo la pendiente que quiere todo DT, para encontrar el nivel ideal justo cuando más se necesita: en la definición.
En la final no ganó por su juego arrollador de otras semanas, sino por saber reinventarse: esta vez tomó la forma de un equipo que estudió cada virtud de su rival para reducirlas. Incluso tras un arranque en el que estuvo contra las cuerdas, con dos menos y varios scum y line en sus cinco yardas. Pero su defensa le permitió salir del ahogo y, a partir de ahí, dominar mentalmente la final.
El caballito tuvo la gran virtud de irse al descanso con un empate 3-3, a pesar del fuerte viento en contra. Tenía que jugar el segundo tiempo con inteligencia, pero ese es otro de los puntos en los cuales el caballito se ha reinventado: fueron precisamente sus jugadores más jóvenes, los que apenas sobrepasan los 22 años, los que supieron cómo llevar el juego con el pie al rincón de Trébol.
La marca y la presión hizo el resto: el caballito, sin brillar –no era la tarde para eso- empezó a sumar con penales, hasta irse en el tanteador 12-6. Tuvo defensa para soportar el último envío de Trébol, y finalmente, la explosión de los mejores momentos del año para transformar la victoria en goleada 29-6.
Todo eso en uno, por obra y gracia de saber reinventarse. Por eso la historia la sigue escribiendo el caballito