El rugby estuvo en la opinión pública el fin de semana, pero no por la final, sino por un hecho que nada tiene que ver con los valores de la ovalada
El rugby está por estos días en boca de muchos. Y lamentablemente no por la final, por el gran rugby que jugó Carrasco Polo, ni por el espectáculo que se vivió en el Charrúa. Fue por un grupito de la hinchada del caballito, con una muñeca inflable con la camiseta de Old Christians, y una bandera con la leyenda “Christian Namús”, en relación al reciente escándalo de la boxeadora, de quien apareció publicado un video íntimo. Una soberana estupidez, un chiste de mal gusto, a lo que le siguió una catarata de reacciones equivocadas y que se expandió ampliamente por fuera del ambiente del rugby.
El presidente de Carrasco Polo, Santiago Slinger rechazó la acción, aunque la minimizó: “Un grupo de simpatizantes quiso generar un hecho diferente y nada más. No estamos de acuerdo con esa manifestación de la hinchada, pero en el medio de la vorágine de los festejos se nos pasó”, dijo antes de asegurar que no vio la relación entre la bandera y la muñeca. “No logré atar las dos cosas, la muñeca con la bandera. Cada uno deja volar la imaginación como quiera, yo no entendí el significado”. También dijo que “algún punto más se va a emprender” en la interna del club. Luego apareció el senador del MPP Carlos Gamou, quien pidió la palabra sobre el tema y mostró un peligroso sentimiento de resentimiento: “La verdad, me produce repugnancia. Y todavía tenemos en Uruguay, pese a toda la igualdad que hemos generado en este país, la guarangada de los dos países: los de sangre un poquito azul o que se creen de un poquito azul, que a nivel internacional son unos pichis, y los de sangre y hueso que somos nosotros”.
Así, el problema fue superándose en el absurdo y las reacciones equivocadas. Lo primero fue la desubicación del grupo que quiso hacer de ese festejo con la muñeca algo chistoso, sin darse cuenta del límite del mal gusto que propasaban, sin reparar en la falta de respeto a los involucrados, y además, la falta grave a los valores del rugby más básicos.
Obvio que la actitud de 10 jóvenes fue tonta. Como cuando alguien tira una piña o un tackle a destiempo en una cancha, alcanzaba con reconocer el error y pedir una disculpa. Tan simple como eso. Pero más preocupante fue el hecho que nadie del club se acercara para llamarlos al orden y marcar la cancha. Dar el ejemplo. Y que la reacción posterior través de las palabras del presidente solo sirviera para echar más leña al fuego. Esquivar el problema, minimizarlo, sólo hizo que se agrandara y diera pie a que más gente entrara a opinar, sobre todo la intervención del senador Gamou, una desagradable muestra de resentimiento y odio de clase, y de ignorancia. Habría que mostrarle a Gamou el ejemplo del Liceo Jubilar, el trabajo de la URU entrando en las escuelas y liceos, o el del grupo encabezado por el ex jugador de Trébol Edgardo Benítez enseñando rugby en el Comcar, para demostrarle que ese prejuicio que defiende solo está basado en el rencor.
Pero resentidos e ignorantes habrá siempre. El primer problema es del rugby, por no reaccionar adecuadamente. Por no tener la suficiente visión para darse cuenta que, en el partido más importante de la temporada, donde hay medios que no cubren el deporte en todo el año, es lógico que pueda ser más noticia que el partido algo extra rugby, y que dolorosamente atenta contra los valores del deporte. Y luego, por reaccionar minimizando el problema, y acusando a los medios, antes de ver lo que funciona mal en la interna.
Afortunadamente, la subcomisión de rugby de Carrasco Polo citó el martes a los juveniles que realizaron el festejo, y tuvo una charla con ellos, por lo que ahora evaluará los pasos a seguir. Es un buen primer paso, y síntoma de preocupación por el tema.
El hecho puede ser considerado menor para algunos, pero tiene que llevar a una pregunta, que atañe a todos: ¿De verdad queremos respetar el espíritu rugby? ¿Nos tomamos en serio lo del respeto y el honor, y todas las palabras de las que nos sentimos orgullosos? Entonces el límite tiene que estar muchísimo antes de eso que pasó. Tiene que estar en retomar algunas cosas básicas. En que el respeto al juez efectivamente pase a ser algo real, y no un discurso. Tiene que ser inculcarlo de chicos, y como ha escrito más de un comentarista de Rugbynews, hacer que los terceros tiempos de juveniles sean obligatorios, y aún más importante que los que se juegan en la cancha.
Hay que hacerle entender a las generaciones más jóvenes que armar una barra de aliento no debe ser sinónimo de cantar insultando al rival o silbarlo en las patadas. Claro que puede ser difícil, porque el único ejemplo que tienen es del fútbol. Precisamente: hay que hacerles ver que el nuestro es un deporte diferente. Inentendible para muchos de afuera, más en su espíritu que en sus reglas.
El rugby uruguayo ha tenido algunos ejemplos buenos, como el de Old Christians con sus festejos en las finales de 2007 a 2009, PSG con la “Marea Roja” Old Boys alentando en los clásicos o finales, la “La Móvil” de Los Cuervos, Polo en varios momentos. Y ojo, es inevitable que por momentos se pueda seguir el mal ejemplo del fútbol, pero el éxito de la tarea de concientizar está cuando los más grandes le llaman efectivamente la atención a los suyos. Sobre todo, más que nunca, hay que educar, para hacerles ver a los que alientan –que no siempre son adolescentes- que un insulto, un chiflido, un canto provocador –y ni que hablar de la falta de respeto de la muñeca y la bandera- no tienen cabida en el rugby.
De hecho, Polo también ha mostrado intentos en ese sentido. En los últimos tiempos, varios referentes han intentado desterrar algunas malas costumbres de otros tiempos -por los cuales se ganaban la bronca de muchos en otras tiendas-, y se ha visto a entrenadores de formativas como Bocacha Silva rezongar a sus jugadores por ponerse a cantarle al rival al ganar un campeonato. Además, los procesos de selecciones juveniles han generado el agradable sentimiento de un excelente grupo en la mayor, y ver que jugadores de Polo y Christians puedan mantener una relación de amistad, algo raro en otras épocas. También se han promovido campañas de respeto al juez. Pero todos esos esfuerzos quedan empañados si pasa lo que pasó el sábado, o si al final del partido, son los propios protagonistas del plantel los que dan el mal ejemplo con un canto insultando al rival, por más breve que sea.
Hoy fue Polo, y mañana puede ser otro. El espíritu del rugby depende de todos, e involucra aspectos mucho más profundos que este de las hinchadas y los insultos. Pero este primer paso es tan básico que si no se cumple es imposible mirar más adelante.