Fue quizás el primer gran partido de la Copa del Mundo. Jugado al límite, y con los dos equipos buscando la victoria los 80 minutos. Pareció que Sudáfrica se lo llevaba tranquilo, pero Gales reaccionó en el final, y tuvo la chance de quedarse con una victoria histórica. Sin embargo, dejó pasar su chance, y los campeones del mundo se quedaron con una sufridísima victoria 17-16.

Fu de Sudáfrica desde los primeros minutos del juego, cuando sumó el primer try a los pocos minutos de juego, luego que Steyn encontró el espacio por afuera tras la incansable labor de los forwards percutiendo y percutiendo.

Sin embargo, con el correr de segundo tiempo, el juego físico de los Springboks empezó a ser controlado por Gales.  No solo eso: en el segundo tiempo el Dragón se dio cuenta de que el partido estaba en mover la pelota, en mandar subgrupos al ataque, en desordenar la defensa de los Springboks hasta enloquecerlo. Así llegó al try de Faletau mandándose de frente al ingoal, que dio vuelta el partido.

El final fue para contener la respiración. Los Springboks, fieles a su estilo, fueron a buscar el partido por adentro. De frente con sus forwards y sin ningún lujo: apostando a desgastar tras una y otra fase, y finalmente encontrando el espacio por la base a través del wing ..

Gales no se amilanó. Otra vez obtuvo la pelota y jugó mejor con el pie, hasta posicionarse en las 22 de Sudáfrica. Pero esta vez, perdonó: un drop fácil, frente a los palos, fue fallado por Hougaard. Pocos minutos después, tras volver a ganar con el pie y forzar un penal por retención, James Hook erró una patada difícil pero factible para un pateador de su talla, y dejó pasar otra gran chance.

El cierre fue con Sudáfrica poniendo la pelota en campo rival y guardándola para esperar que pasaran los minutos. Un cierre deslucido para el campeón del mundo, pero que le vale una victoria en un partido que perfectamente pudo haber perdido.