La selección juvenil clasificó al Mundial y ratificó el buen trabajo de base de las selecciones
En Asunción y en silencio, mientras Los Teros transitaban esa semana final a puro reconocimiento antes de viajar al Mundial, los futuros Teros sembraban. En una cascoteada cancha de la federación paraguaya, Los Teritos M19 se embarcaban en la gran final del mundo que disputan cada año: la chance de obtener el sudamericano A y clasificar al Mundial juvenil B.
Es una obligación anual, por el orgullo y por la historia pero además porque es el primer escalón de competencia internacional, que además permite un roce internacional único antes de pegar el salto a la mayor.
El sábado, Los Teritos estuvieron a la altura de la historia. No solo eso: le propinaron a Chile una goleada 48-17, la segunda más amplia en los últimos 10 años, como para demostrar que el camino del Centro de Alto Rendimiento tiene los cimientos bien sólidos, y que hay material para Los Teros del futuro.
El plantel dirigido por Guillermo Storace, Gino Festorazzi e Ignacio Inchausti, que tenía ocho jugadores que estuvieron en el Mundial de Portugal en mayo, goleó 44-0 a Paraguay en el debut, y en el segundo encuentro derrotó 27-12 a Brasil.
El 48-17 ante los chilenos hizo recordar a muchos al 66-18 de 2010, en una selección en la que había muchos de Los Teros de hoy: Franco Lamanna; Oscar Durán, Felipe Berchesi, Joaquín Prada y Agustín Ormaechea, entre otros. Señal de que muchos de estos actuales Teritos pueden estar, dentro de cuatro años, aprontándose para el Mundial de Japón 2014. Sería la confirmación de que tanto ellos como el seleccionado y el rugby uruguayo habrán hecho bien las cosas y se habrán afianzado dentro de los 20 mejores del planeta.
Pero además, la victoria cerró definitivamente un periodo en el que los chilenos se habían acercado e incluso superado a los celestes. Tras aquella goleada en 2010 vinieron dos derrotas seguidas en 2011 y 2012. La primera quitó la chance de jugar el mundial juvenil y la segunda dio la clasificación sólo porque los chilenos eran locales. La situación empezó a mejorar desde allí, pero las siguientes victorias tuvieron asteriscos: En 2012 se ganó el clásico en un torneo en el que los chilenos llegaron por varios sancionados por disciplina, y en 2013 el triunfo fue de locales en el Charrúa.
Pero la victoria del sábado fue tan clara y contundente como esperanzadora. Y se da de la mano con un nivel internacional en el que Los Teritos han empezado a recuperar posiciones: de la ausencia de 2012 y el séptimo puesto en 2013 se saltó al tercer puesto en 2014 y 2015, en una evolución que permite empezar a ilusionarse con lo que vendrá.