Los galeses invitaron a los uruguayos a toar una cerveza, conversar del partido y conocer un poco más a los jugadores de Los Teros
Ignacio Chans, desde Gales
Al llegar al vestuario, y mientras los jugadores compartían las primeras impresiones post partido, llegó la noticia: los jugadores de Gales los invitaban a pasar a saludar por el vestuario y tomar una cerveza juntos.
Y allí fueron, tras 15 minutos, jugadores y entrenadores. Uno por uno saludaron a todos los galeses, los mismos que habían hecho un pasillo para aplaudirlos minutos antes.
Jamie Roberts charlaba con Agustín Alonso, Fernando Bascou con Luke Charteris, Alejo Corral con Sapson Lee, Lemoine con Warren Gatland, Sam Warburton con Mathias Beer. Precisamente el juvenil uruguayo, que le tocó debutar en un mundial a los 21 años y como titular, se sorprendía cuando el propio capitán galés el que le pedía cambiar camisetas.
Fue un gran homenaje de los galeses a estos amateurs jugadores uruguayos, que pusieron en pausa sus vidas para cumplir el sueño del mundial. Por eso, muchos galeses preguntaban con curiosidad a qué se dedicaban, cuantos jugadores profesionales tenía el seleccionado, y como es su vida diaria. Hasta destacaron la calidad de los tackles, y que no estaban acostumbrados a que los tacklearan tan abajo.
Luego casi todos se pudieron a ver un rato del partido Argentina-Nueva Zelanda, y a comentarlo, en una tribuna de lujo que cualquier canal de tv hubiese querido tener.
Juntos hablaron el idioma del rugby durante más de 30 minutos. Y demostraron que no se necesita ser amateur para mantener bien en alto los valores de este deporte único.
La jornada
Antes, el plantel vivió un día de una concentración suprema. Para alguien que nunca había vivido un día de partido fue una experiencia fuerte. Luego de la charla técnica, temprano en la mañana, el silencio absoluto, sin que volara una mosca por horas. La concentración en el punto máximo, el compromiso establecido para que fuera la tarde que ellos habían solado tanto tiempo.
Lo mismo se tradujo al ómnibus, que llegó escoltado a Cardiff y que se encontró una marea roja de hinchas galeses aplaudiendo, y un puñado de uruguayos gritando emocionados. En su emoción, hicieron caer una lágrima a más de uno.
Luego fue el momento de la última arenga, y la emoción del himno, que se vio en todo el mundo. Y luego, tras dejar el alma y salir con la frente en alto, el increíble tercer tiempo, como para ratificar que los valores del rugby son universales.